hermanitos (re-edición)

Me despierto y no siento mi cuerpo de tan grande dolor. Estoy a oscuras, sobre una sucia manta tendida en el suelo. Mis ojos están vendados, solo siento algunas voces. Esas voces son las que han causado este fuerte dolor, ellos buscaron esto. Cuando quitan la venda siento como cáscaras mis ojos. De inmediato me doy cuenta que he quedado ciego de un ojo. Mijail, el hombre que me había adoptado hacía una semana en el Hogar Juvenil Masculino de Delhi, me da un fuerte apretón de manos.

- ¡Ey Rumal, ya eres todo un profesional! Ahora solo tienes que usar esa maravillosa voz que tienes amigo, y ganarte tu dinero por las calles de Mumbai.

- No entiendo por qué han hecho esto conmigo.

- Es lo mejor para ti, te lo aseguro. Por aquí siempre tendrás comida caliente y sabrosa tres veces al día. Ahora ve a descansar que mañana por la mañana ya empiezas. Y siempre acuérdate de poner lo mejor de ti y demostrar tu gran talento a los demás que la recompensa será buena.

- Eso haré – con lágrimas en los ojos y agonizando de dolor voy en busca de mi hermanito.

Cuando llego abrazo a Baluj y me recuesto en su hombro a llorar. El lo había advertido, el había dicho que a muchos de los niños que se encontraban por aquí estaban destinados a ser mutilados. Ahora todo comienza a encajar: Cuando hace unos días llegué encontré a niños sin extremidades, discapacitados que llegaban al comedor con su boca seca y el estómago vacío. Entonces este señor, Mijail, solo era un gángster de mierda y todo era un engaño cuando se trataba de adoptarnos para luego pasar de una vida miserable a otra de lujos y felicidad absoluta.

Tengo ahora que contarles que mis nueve escasos años los he sobrellevado como pude, atravesando situaciones insoportables. Todo por la puta realidad de ser un niño pobre más de La India. Llevo unas cuantas lecciones de vida en mi haber, y hoy se suma una nueva: tratar de no ignorar más a mi hermano cuando el solo dijo nada más que la cruda verdad.

Mañana será duro comenzar a trabajar. Creo que la vergüenza será más fuerte que yo. No quise esto para mí, uno no elige ser maltratado de esta manera ni ninguna otra. Uno no elige sufrir.

Baluj me abraza y pone su mano en mi ojo ciego con intenciones de sanarlo. Nos dormimos.