la sequía

Uruguay vivía una sequía nunca antes vista en la historia del país. El ganado y las praderas parecían desaparecer poco a poco, yéndosele la vida a falta de lluvia. Los meteorólogos no parecían traer buenas noticias a la hora del informativo.
En el campo los pequeños y grandes productores veían como morían ingratamente sus vacunos y ovinos... aquello era un desastre.
Me acuerdo que la gente caminaba por las calles de Montevideo anunciando tristemente que no existían registros de una sequía tan importante; y yo pensé para dentro de mí: ¿Por qué todos nos lamentamos cuando algo grave sucede a nuestro alrededor?, ¿Cuál ser viviente provoca estas situaciones tan lastimosas?. Muy pocos tienen las respuestas más que sabidas, y eso es lo que más me duele en el alma. Formo parte de la peor miseria que en el Planeta Tierra pudo habitar, es triste y doloroso de solo pensarlo.

Melina, una amiga, siempre me recuerda que en su casa se hace todo lo posible e imposible para ayudar a detener el calentamiento global, problemática que se ha establecido en la sociedad por nuestra propia y terca voluntad. No quiero juzgar a Melina... pero en mi país y en el mundo, todos llenan su cara de tristeza al momento de la noticia, pero luego... ¿qué sucede?. Aquella supuesta “preocupación” se esfuma de golpe; entonces es válido afirmar que el ser humano tiene unos cuantos defectos bastante perturbadores.

Ayer leía el diario de la mañana: Llovería muy poco hasta dentro de dos meses, la sequía seguiría haciéndose presente entre nosotros.