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Un martes Daniel escuchó hablar de la aprobación de una nueva ley en su país, convirtiéndolo así en el primero de Latinoamérica en lograr este cometido. Parece que todos los homosexuales uruguayos podrán adoptar niños que necesiten de una familia, un techo, comida y salud. Este chico de veintiún años se siente realmente feliz y conforme con lo que su gobierno ha planteado. Éste es un gran avance que se instala en la sociedad uruguaya, tildada muchas veces por su propia gente de “conservadora”. Y es cierto. Daniel sigue sintiéndose bastante discriminado, no por sus compañeros, sino por las personas en general.

Lo mejor de todo esto es mirar hacia delante y creer que Uruguay y el mundo dejarán olvidados los tabúes más insoportables que se aferran a este tema. ¿Por qué le tenemos miedo a aceptar a dos mujeres o dos hombres que se amen? ¿Por qué nos cuesta entender que son personas iguales a ti, que ahora estás leyendo este texto? Por alguna razón comenzaste a leerlo, no me puedes decir que ha sido de total casualidad, ¡por favor!.

Bueno, la cuestión es la siguiente: acepta a ese chico o chica que ama diferente a lo que esta sociedad se acostumbró a ver.

Y para mi amigo Daniel: Tú tienes el total derecho de ser feliz. No sufras más. Vive la vida a tu manera, que nadie se interponga en tu camino y, sobre todas las cosas, ¡siempre sonríe!


Ya sabes, en cada beso una revolución.
Paz y amor.